lunes, 26 de mayo de 2014

Amigo de todo los bueno que hay en él - Lluís Coronas


Hola me Llamo Lluís y soy amigo de Habib.

Habib y Lluís en una clase individual
Amigo de su escuela, amigo de todo lo bueno que hay en él, amigo de sus bromas, de sus historias, de sus lecciones.
Es para mí un enorme placer haber compartido tanto con él, haber aprendido tanto con él, en la formación, en los retiros de silencio, en la calle, en el Pedraforca, en su casa o en la mía, en cualquier lugar…
Y aunque a veces durante su padecimiento he tenido ganas de llorar por él,,,, no he podido, también he tenido ganas de gritar,,,, tampoco lo hice, y el tiempo ha ido pasando porque el tiempo siempre pasa y aún sigo buscando la forma de poder expresarle todo el amor y agradecimiento que siento por él y sigo aún sin poder. Pero yo sé que él lo sabe…..
Gràcies Habib, gràcies per tant…..
Este cuento que ya hace tiempo leí me proporciona la esperanza y el coraje que solo los cuentos y la inocencia me pueden proporcionar. Me gustaría poder compartirlo con todos vosotros y por supuesto con él.

Un día un burro cayó a un pozo, no se había hecho daño pero por supuesto no podía salir. El burro comenzó a rebuznar mientras el propietario pensaba en cómo resolver tal situación.
El pozo era profundo, el burro pesado y finalmente el campesino tomo una decisión cruel; concluyó que el burro era muy viejo y que no servía ya para hacer sus tareas y que por otro lado el pozo estaba ya seco desde hacía décadas y que de cualquier modo había que taparlo, no valía la pena entonces esforzarse para sacar al animal de pozo. Ante tamaño esfuerzo decidió llamar a algunos vecinos para que le ayudaran a sepultar vivo al viejo animal.
Cada uno de los vecinos con su pala comenzó a echar tierra dentro del pozo. El burro no tardó en darse cuenta de lo que estaban haciendo con él y lloraba desconsoladamente. Después de un cierto número de paladas de tierra, para alivio de los campesinos, el burro se quedó callado definitivamente.
Lejos de quedar rendido el burro observo que a cada palada de tierra que le caía encima se podía liberar de ella simplemente haciéndola escurrir de su lomo al suelo y así rápidamente podía subirse sobre el recién formado montículo de forma que la distancia hasta el borde se reducía paulatinamente. De esta manera en poco tiempo el burro alcanzó a subir hasta el borde del pozo y así pudo salir trotando loco de felicidad”.

Lluís